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martes, 14 de diciembre de 2010

El Templo de Melkart

Melkart puede ser el Poseidón fenicio, como Dios de los navegantes y de los mares propicios. Pero el Melkart tirio reúne los caracteres de Hércules y de Mercurio; es fuerza y sabiduría, guerrero y comerciante.
El templo de Melkart-Hércules de Cádiz fue uno de los grandes hitos del mundo antiguo en la Península Ibérica. Su fama se extendió por todas partes, y las referencias que se encuentran en los escritores clásicos son numerosas y continuas.
Aunque una fecha tan avanzada como el 1100 a.C. probablemente no sea cierta, y haya que retrasar la fundación de la ciudad hasta finales del siglo IX a.C., lo que no acepta discusión es que desde el momento de su fundación, Gadir se convirtió en una de las ciudades más importantes de la Península, con una enorme influencia, que se basaba no sólo en la fuerza de sus ejércitos y la altura de sus murallas, sino sobre todo en la autoridad de su santuario de Melkart y en el enorme poderío económico de sus comerciantes.

Su localización en la actual isla de Sancti Petri es aceptada por todos los investigadores. Sucesivos hallazgos arqueológicos confirman lo que ya Estrabón en el siglo I describía claramente: "Los tirios fundaron Gadir y alcanzaron el santuario en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental...".
Escribió el historiador Hispano-romano Pomponio Mela “bajo el templo estaban enterrados los restos del dios mitológico”, de ahí su gran fama.
Las fuentes historiográficas clásicas relatan que muchos personajes célebres, ilustres por sus hazañas o su nobleza visitaron este templo. Tito Livio narra que Aníbal arribó a la isla para ofrecer al dios sus votos jurando odio eterno a los romanos, antes de emprender la conquista de Italia. De la misma manera también en este santuario, Julio Cesar tuvo un sueño que le predecía el dominio del mundo después de haber llorado ante el busto de Alejandro Magno por haber cumplido la misma edad que él  y sin haber alcanzado ningún éxito comparable al gran Alejandro.
Según algunos, el Apóstol Santiago desembarcó en la isla de Sancti Petri para erradicar el culto pagano en el templo y consagrarlo al culto cristiano, consagrándolo a San Pedro, de ahí el nombre actual de Sancti Petri, pero eso ya es otra historia que se aleja de nuestros sueños en Tartessos o la Turdetania.

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