Buscar este blog

jueves, 23 de diciembre de 2010

Gargoris y Habis (Mitos II)


Con la llegada de los primeros imperios colonizadores a la Península Ibérica, se empezaron a cultivar mitos de diferente índole, mitos como el que hablábamos semanas atrás en el que Hércules llega a Tartessos para luchar contra un Rey personificado como una fiera monstruosa y en la que nos quieren resaltar la valentía y heroicidad del hijo de Zeus, así como las riquezas de esa tierra en los confines del mundo.
Por el contrario el mito del que ahora hablaremos parece más originado en la propia tierra peninsular, una historia que aunque contada de múltiples formas, revive las penurias sufridas por un bebé repudiado por su abuelo (en otras leyendas se dice que su madre) para conseguir sobrevivir  y que años más tarde consigue recuperar el trono que por derecho le correspondía.
                                              
Mucha más leyenda que realidad, mucho más mito que logos, pero dejemos que el corazón nos lleve a donde la razón nunca nos transportaría.

“ Gárgoris fue el rey de Tartesos que enseñó a su pueblo a aprovechar la miel y descubrió la apicultura. Vivió feliz con sus súbditos hasta la edad de 100 años. Durante su reinado ocurrieron los hechos fantásticos que se relatan a continuación.

Un buen día, el rey, se percató de lo hermosa que era una de sus hijas y, como los reyes mitológicos eran un poco locos e inconscientes, tuvo relaciones incestuosas con ella. Su hija, como era de esperar, quedó embarazada y el nacimiento de ese niño, hijo-nieto del rey, puso al descubierto la malvada acción del rey que para disimular decretó la muerte del bebe. Primero, el niño, fue abandonado en el monte para servir de pasto a las fieras, pero éstas le amamantaron y ofrecieron cariño.

Ordenó entonces el rey arrojarlo a una jauría de perras y de cerdas hambrientas para que lo devoraran, pero fue respetado y agasajado por éstas. Por último, dentro de una canasta, es arrojado al mar, en un lugar alejado, pero la canasta flota y unos delfines que la descubren, la acercan a la costa. Mecido por las olas, la canasta, es depositada en la playa. Una muchacha que pasaba por allí, ve la canasta y su contenido, sin decir nada a nadie se convierte en la madre de aquel pequeño, que mecido por las olas, el mar le había entregado. Creció junto a ella que le educó como a un hijo y se convirtió en un muchacho trabajador y educado.

Cuando se hizo mayor, en venganza, se convirtió en un bandido pero un bandido bueno y noble que robaba a los ricos y protegía a los necesitados. Víctima de una trampa, es apresado y conducido a la presencia del rey. Al ver sus marcas de nacimiento, el rey lo reconoció, le pidió perdón y le devolvió su verdadero nombre, Habidis. Admirado por los peligros que había sufrido y de los que había salido ileso, le prestó toda clase de miramientos y atenciones, nombrándole único sucesor.

Habidis
Fue un monarca sabio, generoso, prudente y grande que dio buenas leyes a su pueblo.”

martes, 14 de diciembre de 2010

El Templo de Melkart

Melkart puede ser el Poseidón fenicio, como Dios de los navegantes y de los mares propicios. Pero el Melkart tirio reúne los caracteres de Hércules y de Mercurio; es fuerza y sabiduría, guerrero y comerciante.
El templo de Melkart-Hércules de Cádiz fue uno de los grandes hitos del mundo antiguo en la Península Ibérica. Su fama se extendió por todas partes, y las referencias que se encuentran en los escritores clásicos son numerosas y continuas.
Aunque una fecha tan avanzada como el 1100 a.C. probablemente no sea cierta, y haya que retrasar la fundación de la ciudad hasta finales del siglo IX a.C., lo que no acepta discusión es que desde el momento de su fundación, Gadir se convirtió en una de las ciudades más importantes de la Península, con una enorme influencia, que se basaba no sólo en la fuerza de sus ejércitos y la altura de sus murallas, sino sobre todo en la autoridad de su santuario de Melkart y en el enorme poderío económico de sus comerciantes.

Su localización en la actual isla de Sancti Petri es aceptada por todos los investigadores. Sucesivos hallazgos arqueológicos confirman lo que ya Estrabón en el siglo I describía claramente: "Los tirios fundaron Gadir y alcanzaron el santuario en la parte oriental de la isla y la ciudad en la parte occidental...".
Escribió el historiador Hispano-romano Pomponio Mela “bajo el templo estaban enterrados los restos del dios mitológico”, de ahí su gran fama.
Las fuentes historiográficas clásicas relatan que muchos personajes célebres, ilustres por sus hazañas o su nobleza visitaron este templo. Tito Livio narra que Aníbal arribó a la isla para ofrecer al dios sus votos jurando odio eterno a los romanos, antes de emprender la conquista de Italia. De la misma manera también en este santuario, Julio Cesar tuvo un sueño que le predecía el dominio del mundo después de haber llorado ante el busto de Alejandro Magno por haber cumplido la misma edad que él  y sin haber alcanzado ningún éxito comparable al gran Alejandro.
Según algunos, el Apóstol Santiago desembarcó en la isla de Sancti Petri para erradicar el culto pagano en el templo y consagrarlo al culto cristiano, consagrándolo a San Pedro, de ahí el nombre actual de Sancti Petri, pero eso ya es otra historia que se aleja de nuestros sueños en Tartessos o la Turdetania.

lunes, 6 de diciembre de 2010

El rebaño de Gerión (Mitos I)


Le estaba esperando un gigante, un gigante y dos perros; aquel engendro de la naturaleza poseía tres troncos y seis brazos unidos por una sola cintura. Era poseedor de un magnífico ganado de bueyes rojos, siempre custodiado por sus canes. Se encontraba mucho más allá de las torres de Heracles, en pleno Océano Atlántico donde el mundo terminaba y a donde nadie se atrevió jamás arribar.

Le estaba esperando un gigante, un gigante y dos perros; aquel engendro de la naturaleza poseía tres troncos y seis brazos unidos por una sola cintura. Era poseedor de un magnífico ganado de bueyes rojos, siempre custodiado por sus canes. Se encontraba mucho más allá de las torres de Heracles, en pleno Océano Atlántico donde el mundo terminaba y a donde nadie se atrevió jamás arribar.



La mención más antigua de Gerión se lee en la Teogonía de Hesíodo (287
ss.), el poeta beocio que vivió en la segunda mitad del siglo VIII a. C. o poco
después. Dice así el vate: Crisaor engendró al tricéfalo Gerión unido con
Calirroe, hija del ilustre Océano; a éste le mató el fornido Heracles por sus
bueyes de marcha basculante en Eriteia rodeada de corrientes. Fue aquel día en
que arrastró los bueyes de ancha frente hasta la sagrada Tirinto, atravesando la
corriente del Océano (después de matar a Orto y al boyero Euritión en su sombrío
establo, al otro lado del ilustre Océano). (Traducción A. Pérez, A. Martínez.)
En otros versos (983 ss.) del mismo poema se encuentra otra mención:
Gerión, al que mató el fornido Heracles por sus bueyes de marcha basculante en
Eritea rodeada de corrientes.
Los datos que se deducen con claridad de estos versos son los siguientes:
A Gerión, monstruo de tres cabezas, hijo de Crisaor y de Calirroe, hija del
Océano, le mató Heracles en Eriteia después de matar también a Orto y al boyero
Euritión; le robó los bueyes, lo que llevó a término atravesando el Océano.
Eriteia era una isla, pues estaba rodeada de corrientes. Sobre la localización
del mito nada concreto afirma Hesíodo, sino que fue en la isla Eriteia.
Estesícoro de Himera, que vivió alrededor del año 590 a. C., dedicó un
poema a Gerión, de nombre Geryoneïs, donde canta el vate siciliano: Más o
menos enfrente de la famosa Eriteia, junto a los manantiales inagotables, de raíces
de platas, del río Tartesos, en la gruta de una peña. (Traducción de C. García
Gual.)